martes, 21 de agosto de 2012

PROHIBICIÓN SOCIAL DEL HOMOSEXUALISMO


¡La homofobia se cura!

En estos días he estado observando y escuchando con paciencia y resignación la cantidad de atrocidades que se han desatado en todos los medios de comunicación en relación a la gente “gay”.
Me dije en algún punto del debate, donde ya se tornaba realmente insoportable, dado el nivel de intolerancia e ignorancia, que yo no me iba a manifestar, que la humanidad tenía que vivir su proceso de cambio poco a poco, que las reacciones eran normales, pues la gente le teme a lo desconocido a sus propios impulsos reprimidos, que todos tenían derecho a opinar, etc.
De este modo, atravesé por disputas en la Asamblea, por los comentarios moralistas de un desquiciado árbitro, por acertados comentarios de columnistas un poco más cuerdos y racionales (gracias a Dios) y por desatados enfoques de la intachable gente del Opus Dei, quienes tienen más argumentos para dejar que un niño permanezca abandonado, antes de aceptar que pueda ser amado y cuidado por una pareja gay.

La prohibición social del homosexualismo que incluye “la discriminación, la exclusión y la separación de los grupos sociales es como un estigma que identifica la vivencia homosexual en nuestras sociedades” (Caudillo y Cerna, 2007).
Este rechazo y prohibición social no se da solo a nivel macro en la sociedad, sino se refleja también en la relación de pares de las personas homosexuales, así como en su familia.




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